La superficie de la piel constituye uno de los mayores hábitats microbianos del cuerpo humano. Tan solo en una mano pueden convivir más de 150 especies de bacterias. Muchas son inofensivas y benéficas, pero también pueden aparecer microorganismos oportunistas, responsables de infecciones y epidemias.
Aunque es imposible mantener las manos totalmente libres de microbios nocivos, lavárselas con frecuencia es una de las mejores maneras de evitar la propagación de enfermedades.
Geles antibacterianos, un antes y un después
La importancia de la higiene tomó especial relevancia en 2009 durante la pandemia de la gripe A (H1N1) o gripe porcina. Según un estudio internacional de la Svenska Cellulosa Aktiebolaget (SCA), una de las mayores compañías de productos de cuidado personal, siete de cada diez personas consultadas mostraron preocupación por el riesgo de contagio.
Como efecto colateral, los geles antibacterianos, una alternativa al agua y el jabón, se pusieron de moda hasta incluso agotar existencias. En España, la distribuidora farmacéutica Cofares vendió más de 45.000 botellas y cajas con monodosis de antisépticos en solo tres meses. Un año antes sus ventas no llegaban ni a 50 botes en un período similar.
La precaución se extendió a empresas, farmacias,centros educativos y organismos públicos en forma de geles y dispensadores, lo que hizo que la demanda de este tipo de complementos para la higiene aumentara exponencialmente.
El pánico social propició que la industria lograse distribuir estos líquidos -que hasta entonces tenían uso limitado a hospitales y quirófanos- en lugares tan insólitos como coctelerías, bares o restaurantes. En la red también hubo quien intentó sacar partido al asunto: hoy se pueden encontrar muchas páginas web donde se venden estos productos y se enseña cómo fabricar antibacterianos caseros.
Un sustituto práctico y eficaz
La invención de los geles antibacterianos ha supuesto un gran avance para la higiene pública. Su nombre procede de los agentesantibacterianos que contienen (el alcohol es el más habitual), que bloquean el crecimiento y la reproducción de bacterias. Su eficacia está comprobada por varios estudios científicos. Por ello, organismos como el Centro estadounidense para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan su uso a falta de agua y jabón.
La higiene de manos es recomendable después de toser o estornudar, tras ir al aseo o antes y después de cada comida. Deben tenerlo especialmente en cuenta personas que sufren enfermedades o tienen el sistema inmune debilitado. Para que los geles hagan efecto, hay que frotarse toda la superficie de las manos durante más de 20 segundos y esperar a que la solución se seque.
Cada agente antibacteriano tiene unas determinadas concentraciones asociadas que permiten obtener el resultado deseado. Así, los geles de alcohol deben contener entre un 60% y un 80% de este compuesto para actuar con éxito contra microbios y virus. Algunos geles también incluyen sustancias hidratantes, como aloe vera, para compensar los efectos de sus agentes. Aún así, si se utilizan a menudo es conveniente usar una crema de manos para evitar daños en la piel.
Es importante aprender a usar los geles con moderación y durante períodos de tiempo determinados. El uso en exceso o sin control de productos de este tipo puede provocar reacciones como la dermatitis irritante, asociada a sequedad, picor, irritación e incluso grietas y sangrado, o la dermatitis de contacto alérgico. En ambos casos se produce una inflamación de la zona afectada. El tratamiento inicial consiste en lavar la piel con mucha agua para eliminar cualquier residuo. El consejo médico es conveniente.
¿Resistencia bacteriana?
Los geles antibacterianos son prácticos y fáciles de llevar. Pero, ¿son más eficientes que la clásica combinación de agua y jabón? Lo cierto es que no. Varias investigaciones concluyen que los geles antibacterianos no son más eficaces que cualquier jabón común a la hora de prevenir enfermedades y reducir el número de bacterias de las manos.
Además, algunos estudios advierten que ciertos agentes antibacterianos podrían contribuir a la creación de gérmenes resistentes a los antibióticos. En uno de los casos analizados la bacteria Salmonella enterica mutó varias veces tras entrar en contacto con un antibactérico y se volvió resistente a la ampicilina, un antibiótico.
Ante la duda, la comunidad científica ha iniciado una revisión de la seguridad de varios geles antibacterianos. Por ahora, no se han obtenido conclusiones relevantes por las que recomendar la retirada o el desuso de determinados productos, ni tampoco resultados que demuestren que puedan ser dañinos para el cuerpo humano.
¡Lavémonos las manos!
Los geles antibacterianos han demostrado ser un alternativa útil al lavado clásico de manos: actúan en pocos segundos y también están disponibles en formato de viaje para nuestra mayor comodidad. Sin embargo, no deben convertirse en sustitutos habituales, ya que lavarse las manos con agua y jabón es la defensa más segura y barata contra los gérmenes. Y la mejor manera de mantener nuestra piel sana.
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