La fiebre en un niño produce alarma, pero raramente indica un peligro serio para su salud. De hecho, la fiebre señala que el sistema inmunitario está trabajando, protegiendo al organismo frente a la infección
Variaciones de la temperatura corporal normal
La temperatura corporal normalmente varía durante el día, influenciada por la actividad física y las condiciones medioambientales. El tiempo cálido, el ejercicio, beber líquidos calientes, llevar demasiada ropa, pueden elevar la temperatura corporal. La temperatura también varía dependiendo del lugar en que se mide: la boca, el canal auditivo, el recto o la axila.
«En la fiebre hay que tratar al niño, no al termómetro»
Hay que pensar en la temperatura como en una banda ancha, en lugar de hacerlo como un número exacto. Por ejemplo, la temperatura rectal normal para los niños varía entre 36,8 y 38ºC (grados centígrados). Para un niño de cualquier edad, la «fiebre» se define en general como una temperatura por encima de los 38ºC si se mide en el recto o por encima de 37,5ºC si se mide en la boca.
– Proporcionar la máxima comodidad
– Saber cuándo hay que llamar al médico
Vigilar los signos de enfermedad
La fiebre en el niño es una clave para buscar otros signos de enfermedad, tales como:
– Pérdida de apetito
– Vómitos o dolor abdominal
– Irritabilidad
– Aumento de la somnolencia
– Dolor de cabeza
– Llanto persistente
– Incapacidad para tragar
– Dolor de garganta
– Dificultad respiratoria
– Dolor de oídos
– Dolor al orinar
Proporcionar comodidad
Llame al médico si el niño:
– Es menor de 2 meses de edad y tiene una temperatura rectal por encima de los 38ºC. Consulte incluso si el niño parece estar bien, aunque solo sea para asegurarse.
– A cualquier edad si la temperatura rectal es superior a los 40ºC.
– Si ha tomado antitérmicos durante más de 3 días y la fiebre persiste junto con otros signos de infección
En resumen, la decisión de llamar al médico no debe estar basada solamente en la temperatura. Un niño con fiebre no necesariamente tiene que ir a la consulta del pediatra, mientras que algunos niños sin fiebre sí pueden necesitar atención médica. Para tomar decisiones correctas, preste mucha más atención al comportamiento del niño que al número de la temperatura. Un viejo proverbio afirma que hay que «tratar al niño, no al termómetro».
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