Mitos y leyendas: La Espera de las Viudas de San Telmo

Se sabe que por cada uno de los adoquines que están sobre la calle Chile, solamente en la parte que va hacia el barrio de San Telmo, murió una persona en la época de la resistencia de la ciudad. Es por eso que a dentro de 4 cuadras, yendo hacia el bajo, hay alrededor de 55.000 adoquines pegados y sin grietas, o mejor dicho, 55.000 tumbas.

Ciertos mensajes románticos todavía se mantienen, transportándonos a los años en que las viudas hostigaban con su llanto el día seleccionado como un a manera de acordarse de sus difuntos maridos y, como si fueran nubes que brotaban del río, subían por la calle hasta lo que actualmente es el recuerdo de San Cristóbal.

Con el paso del tiempo, las viudas han sido veladas por sus hijos, por lo que no existieron más las nubes elevándose por el bajo. Solamente permanecieron los adoquines, como si fueran protectores unidimensionales, inhabilitados para una justa pelea en caso de que aparezca  un invasor.

Contrariamente a la calle y a las esperanzas de dichas viudas, transitaron los últimos días de una de aquellas mujeres, llamada Mariel Consorti.

Consorti no pudo tolerar la alegórica presencia de su marido en el suelo, por lo que una noche, concretamente, removió a punta de pala al menos un cuarto de cuadra de adoquines. Se esfumó junto con las piedras y nunca más se supo nada de ella. Hasta el diario más menguado se arriesgó a mencionar el relato en esos días.

Como un efecto de ese hecho, o del burlón que tuvo ganas y tiempo aquel verano, 4.000 cartas llegaron ese otoño a las viviendas de las personas que poseían parientes perdidos por luchar defendiendo la ciudad. En dichas cartas figuraba el nombre de algún soldado y, por supuesto, el número de cartas coincidía con el número de adoquines que faltaba.

Una decena de las mencionadas cartas están todavía en la actualidad en del museo del barrio y aquella persona que las vea podrá notar que el tipo de letra es muy diferente en cada una de ellas manifestando sólo un pensamiento ¿cuál fue el número de personas que estuvieron envueltas en esta situación tan extraña?

En el tramo de la calle Chile y Balcarce, en una parte que ocupa solamente un cuarto de cuadra, que zigzaguea y culmina en la Av. Independencia, asisten gran cantidad de turistas cada mes y es recorrido muy lentamente, es más, ese es el pedazo más corto pero el que se observa con más detenimiento. ¿Por qué? Porque todos cuentan los adoquines que componen esa cuadra, dando como resultado un número increíblemente casual: 4.000.

No obstante, el detalle más llamativo no es precisamente la cantidad sino la frase que figura en la placa que se encuentra al final de ese corto tramo, que dice: «Aquí vivió la Familia Consorti».

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